viernes, 11 de mayo de 2012

Crítica por el profesor César García Álvarez

Aquel, un impreciso reflejo


 "Nos hallamos ante  una novela sustancial". José Ortega y Gasset, de quien tomo la anterior  frase, no diría otra cosa. Entendía por ello el autor de "Ideas sobre la novela": Primero, la morosidad, carácter que esta novela  de David Gallardo tiene: su ritmo es pausado, de "adagio" meditativo, como requiere la difícil exploración del alma femenina. En segundo lugar, ésta es una novela "autóptica": La frase siempre breve y precisa opera en la narración de esta novela como filo de cortante bisturí que separa lentamente los tejidos psicológicos de su protagonista, hasta develar uno de los misterios ancestrales femeninos, por qué la dama se mira  al espejo. Hay estudios psicológicos sobre ello, pensemos en los de Carla Bochetti, pero faltaban los narrativos, que aquí David Gallardo con mano maestra nos entrega. No cabe duda, entonces, que los psicoanalistas tendrán en esta novela materia para responder lo que Freud  nunca se pudo contestar; decía el médico de Viena: «La gran pregunta que nunca recibe respuesta y yo no estoy capacitado para responder, después de mis treinta años de estudios sobre el alma femenina, es ¿Qué desea una mujer?».
Pero, lector, la novela que tienes en tus manos, va más allá: Su estilo, sin dejar de ser realista,  toca la objetividad sólo en el punto que la narración exige para que  el mundo contado no se nos diluya. Un estilo que me atrevería a calificar de nuestro tiempo, tan cercano a la pintura "realista" de Claudio Bravo.Creo que por ahí van los nuevos estilos.
Y el mensaje: En un mundo enfermo por la imagen, la imagen enferma al hombre, mucho más a la mujer. Esta provocación y acoso de la  imagen, se acusa de muchas y diversas maneras, la depresión es una de ellas; pero faltaba la de la "tortura" del espejo que, David Gallardo, con tanto acierto nos revela analíticamente aquí en esta su novela.

martes, 1 de mayo de 2012

Comentario contraportada por Cristián Basso Benelli


“Como una niña que le teme a los truenos y relámpagos”, la voz narrativa de Aquel, un impreciso reflejo se convierte, de modo angustiante, en el testimonio de un personaje acosado por una contradicción esencial: aceptar las caretas de una vida presente o asumir el traje femenino de una imagen. A partir de la fragilidad de la confesión -sello que subyace a la locura y la violencia de estas páginas-, asistimos como lectores a la representación de una realidad que nos inquieta, ya sea por la intensidad de la expresión de un mundo interior destrozado por las convenciones y ambiciones personales, ya por la anulación de un yo que es víctima y presa fácil de una obsesión mayor que lo ciega: la belleza estereotipada. En suma, un viaje íntimo al fluir de una conciencia.

                                                                       Cristián Basso Benelli


Gracias, profesor y colega, por este maravilloso comentario.